NUESTRA HISTORIA
Nuestra historia nace entre los surcos de un valle que ha acompañado a nuestra familia durante generaciones. En el Valle de Lecrín, la tierra no solo se trabaja: se escucha. Cada finca, cada bancal y cada olivo guarda la memoria de quienes lo cuidaron antes que nosotros. Nuestros antepasados vivieron aquí con un profundo respeto por el paisaje y por los árboles que les ofrecían sustento. Ese sentimiento —mitad gratitud, mitad responsabilidad— es el mismo que hoy nos impulsa.
Durante décadas, la familia cultivó estos olivos centenarios con paciencia y dedicación, siguiendo un ritmo marcado por la naturaleza y no por la prisa. Con el tiempo, la vida nos llevó por caminos diferentes, lejos de los campos donde crecimos. Pero la llamada del valle siempre estuvo ahí, silenciosa pero insistente, recordándonos que algunas raíces no entienden de distancias.
Olea Monumenta nació precisamente de ese regreso: una reinvención consciente, un deseo de recuperar el legado familiar y reinterpretarlo con una mirada actual. Volvimos al valle para honrar su historia y proteger su belleza, pero también para demostrar que tradición y modernidad pueden convivir sin perder autenticidad.
Hoy trabajamos estos mismos olivos con el mismo respeto que nuestros abuelos, pero con una visión renovada: producir un aceite limitado, puro y fiel a su origen; preservar las variedades locales como el Lechín; y compartir con el mundo la riqueza de un paisaje que no solo se cultiva, sino que se siente.
Nuestra historia es la de un retorno.
Un gesto de gratitud hacia el pasado.
Y un compromiso con el futuro de este valle único.