VALLE DE LECRIN - VALLE DE LA FELICIDAD
El Valle de Lecrín, cuyo nombre procede del árabe Iqlim, “el distrito” o “la comarca fértil”, es uno de los enclaves más singulares y discretamente extraordinarios de Granada. Situado entre las cumbres de Sierra Nevada y la suavidad del litoral mediterráneo, este valle ha sido durante siglos un refugio de luz, agua y vida. No en vano, desde tiempos andalusíes fue conocido como “el valle de la felicidad”, un territorio privilegiado donde la naturaleza y el ingenio humano se entrelazaron para crear un paisaje agrícola único.
Durante la época nazarí, los habitantes del valle diseñaron un sistema de acequias, albercas y terrazas que todavía hoy modela el territorio. Gracias a ese legado hidráulico —uno de los más valiosos de al-Ándalus— el valle se convirtió en un auténtico jardín productivo. Aquí prosperaron olivos monumentales, almendros, cítricos, granados y viñas, junto a cultivos más exóticos impulsados por el microclima: aguacates, chirimoyas e incluso mango, que encuentran en Lecrín una combinación perfecta de altitud, sol y brisas frescas.
El resultado es un paisaje agrícola diverso, vivo, profundamente humano. Un valle donde cada bancal y cada árbol cuentan una historia de resistencia y equilibrio; donde conviven los olivos centenarios —testigos de imperios, sequías y silencios— con especies que hoy representan la transición hacia una agricultura más mediterránea y también más subtropical.
En este entorno privilegiado nacen los olivos que dan origen a Olea Monumenta: árboles que beben de manantiales antiguos, que crecen acariciados por un clima singular y que forman parte del patrimonio cultural y natural del valle. Un territorio que no solo produce aceite, sino memoria, identidad y continuidad.
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